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El Saloncito de Ross

UE Y AMÉRICA LATINA: RETÓRICA Y REALIDAD

UE Y AMÉRICA LATINA: RETÓRICA Y REALIDAD

La foto es del archivo de La Hiedra
Fuente: Enric Rodrigo/Canal Solidario.org





La expansión de las políticas neoliberales durante la última década ha traído consigo un crecimiento sin igual de las desigualdades sociales. Enric Rodrigo analiza las políticas neoliberales de la UE en América Latina y el Caribe.

En este proceso la Unión Europea (UE) ha jugado un rol esencial tanto en su interior como más allá de sus fronteras. A nivel interno, Irlanda representa un caso paradigmático. Durante muchos años el crecimiento de la economía irlandesa ha generado grandes beneficios. Sin embargo, este proceso ha provocado un notable incremento del número de horas trabajadas por persona al mismo tiempo que aumentaba la temporalidad y el paro. Este ejemplo es extrapolable a muchos otros países de la UE, entre ellos el Estado español.

Ante la actual crisis global, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento aprobado por el Consejo Europeo representa un nuevo ataque a los más desfavorecidos. Mientras unánimemente los Estados miembros corrieron a rescatar los bancos con dinero público, en la nueva Estrategia 2020, la UE se ha declarado no competente para rescatar a los más de 20 millones de ciudadanos que viven bajo el umbral de la pobreza en Europa.

A nivel externo, la UE ha exportado este modelo neoliberal. La UE, es junto a Estados Unidos (EEUU), la principal impulsora de negociaciones multilaterales para la liberalización del comercio y los servicios en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Como se afirma en los Tratados de Maastricht (1994) y Lisboa (2009) sus objetivos pasan por “fomentar la integración de todos los países en la economía mundial, incluyendo la supresión progresiva de los obstáculos al comercio internacional”. Con esta declaración de intenciones, y los hechos consumados en los últimos años, la UE se destapa como instrumento político del gran capital europeo.

Su política comercial busca constantemente garantizar el acceso a nuevos y provechosos mercados para las empresas transnacionales europeas. Más allá de los organismos internacionales como la OMC, los intereses económicos de la UE se extienden también a otro nivel a través de sus propios acuerdos bilaterales con otros países y regiones del planeta. Estos acuerdos tienen especial fuerza en América Latina y el Caribe (ALC) donde la UE es ya el principal inversor y su segundo socio comercial.

 

Dominar el gran mercado latinoamericano, estimado en 628 millones de personas para 2015, y acceder a él sin restricciones es un objetivo estratégico prioritario. Con motivo de la presidencia española de la UE, Madrid acogerá entre el 15 y el 19 de Mayo una nueva cumbre birregional entre la UE y ALC. Las propuestas europeas para continuar extendiendo su liderazgo comercial en la región estarán en primer plano. Pero ¿qué implicaciones tiene ese mal llamado liderazgo comercial?

Más neoliberalismo, más sometimiento
Una obsesión permanente ha recorrido la UE desde que puso en marcha sus primeros acuerdos comerciales en ALC: distanciarse de las prácticas comerciales de EEUU para mostrarse como una alternativa a la hegemonía estadounidense.

Mientras las distintas administraciones estadounidenses han apostado abiertamente por los tratados de libre comercio, como el Área de Libre Comercio de las Américas, la UE ha encubierto tratados similares con frases pomposas que hablaban de cooperación, ayuda al desarrollo e integración regional. Pero existe una gran distancia entre los discursos solidarios que lanza la UE y sus prácticas reales.

Los primeros Acuerdos de Asociación - así se llaman los acuerdos comerciales firmados por la UE - se firmaron con México (2000) y Chile (2002). El tercero debió ser con MERCOSUR (Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y Venezuela), pero las negociaciones están bloqueadas desde 2004. Ahora todos los esfuerzos se centran en un próximo acuerdo con Centroamérica (Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá).

Revestir los acuerdos comerciales de cierta lógica social no ha evitado que las empresas transnacionales actúen impunemente agrediendo el territorio y las comunidades locales. Y es que los Acuerdos de Asociación tienen un único objetivo: defender los intereses de las grandes empresas de capital europeo para competir con ventaja en el mercado mundial.

La UE, con una población que sobrepasa los 450 millones de habitantes, se ha convertido en la mayor potencia comercial del mundo y utiliza ese poder comercial para obtener aquello que no puede obtener con la fuerza. Una forma de dominación y sometimiento menos visible pero igualmente arrolladora.

Las transnacionales en ALC
La entrada de las empresas multinacionales en ALC se remonta a la década de los 90 cuando la doctrina neoliberal insistió en la retirada del Estado de la gestión de la economía. En teoría, la mano invisible del mercado iba a garantizar una regulación justa y equilibrada del comercio y los servicios. Pero para ello era necesario privatizar las empresas estatales y liberalizar el comercio con el fin de garantizar el acceso de las compañías extranjeras a cualquier mercado. En la práctica ha tenido unos efectos devastadores.

Los países latinoamericanos, empobrecidos y amenazados por la deuda externa, sometidos al Consenso de Washington y a los planes de ajuste estructural impuestos por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) iniciaron una primera gran ola de privatizaciones en beneficio de las grandes corporaciones. En este periodo destacan la adquisición de la petrolera estatal argentina YPF por parte de Repsol en 1999, convirtiéndose así en una de las mayores petroleras del mundo. O la entrada de Telefónica al mercado latinoamericano hasta ser a día de hoy la mayor operadora del continente con el 30% de la cuota de mercado. En el sector financiero, BBVA y Santander son hoy los dos mayores bancos de la región.

El desembarco masivo de empresas transnacionales en ALC ha dejado tras de sí innumerables impactos ambientales, sociales y culturales. Impactos como la deforestación de bosques y la expulsión de comunidades indígenas derivadas de la extensión de cultivos para el negocio de los agrocombustibles o las nuevas perforaciones para la explotación de los recursos naturales podrían ser irreversibles si no se detienen a corto plazo.

En el plano económico han contribuido a aumentar las desigualdades sociales en una región ya bastante castigada. Cabe recordar cómo en Bolivia tras la privatización del agua en Cochabamba en el año 2000, la facturación mensual aumentó en un 35% de media. La “Batalla del Agua” logró echar atrás la privatización. Pero por desgracia no corrieron la misma suerte quienes vieron privatizados sus suministros de electricidad, gas o agua en muchos otros países.

Al mismo tiempo, la apertura de los mercados latinoamericanos ha provocado que las empresas multinacionales españolas y europeas tengan una creciente dependencia de sus resultados comerciales en ALC. Así por ejemplo, en 2006, el resultado operativo de Gas Natural – Unión Fenosa dependía en un 25% de sus filiales latinoamericanas. Para Repsol YPF esta cuantía es mucho mayor, el 50% de su ganancia en 2004 provenía de Argentina y se elevaba al 63% en todo el continente.

Teniendo en cuenta estas cifras no puede extrañarnos que las empresas multinacionales estén dispuestas a permitir, convivir y encubrir violaciones sistemáticas de los derechos humanos con tal de defender las ganancias generadas en el mercado latinoamericano.

En repetidas ocasiones organizaciones sociales latinoamericanas han denunciado como las multinacionales europeas actúan con impunidad en ALC destruyendo el medio ambiente y mermando la soberanía de los pueblos, siendo cómplices en la violación de los derechos humanos y no respetando los derechos sociales y laborales en países como Colombia, Argentina, Perú, Guatemala, Nicaragua o Bolivia entre otros.

La responsabilidad de la UE es clara. La impunidad con la que actúan las transnacionales es el resultado de las políticas neoliberales impulsadas en ALC a través de sus órganos diplomáticos. La diplomacia europea ha impuesto la economía neoliberal desde organizaciones internacionales como la OMC, el BM o el FMI y a través de sus propios tratados bilaterales.

La doble moral europea
Con motivo de la presidencia española de la UE, desenmascarar la doble moral de la Europa del capital es una tarea indispensable para la izquierda anticapitalista. Denunciar a las empresas transnacionales que operan en ALC es un primer paso. Pero es igualmente necesario ir más allá, denunciar la propia esencia de la Europa neoliberal y romper con ella.

La IV Cumbre de los Pueblos – Enlazando Alternativas que se celebrará en Madrid en oposición a la cumbre oficial entre la UE y ALC será una excelente ocasión para visibilizar las resistencias que genera el neoliberalismo a uno y otro lado del Atlántico.

En la última década, ALC se ha sumergido en un proceso de cambio importante. La emergencia de importantes movimientos de base contrarios a la lógica hegemónica neoliberal ha impulsado un giro a la izquierda en numerosos países.

Bolivia y Venezuela, con todas sus contradicciones, representan genuinos “laboratorios de transformación social” para investigadores sociales, activistas y gentes de izquierda. Ambos procesos han generado importantes debates sobre la nacionalización de los recursos naturales, la soberanía de los pueblos o las nuevas formas de organización social.

Ecuador también ha seguido la estela del cambio abriendo su propio camino para la transformación. Un camino vetado para el pueblo hondureño tras el golpe de Estado de Roberto Micheletti durante el pasado verano contra el gobierno legítimo de Manuel Zelaya.

Ante estos procesos la UE ha demostrado nuevamente qué intereses defiende en ALC. ¿Cooperación, desarrollo, integración? Por supuesto que no. La UE, protegiendo los intereses de las transnacionales, ha respaldado las posiciones políticas de la oposición neoliberal. Aunque esto supusiera aliarse políticamente con las fuerzas golpistas en Bolivia, Venezuela u Honduras.

A su vez, las transnacionales de la comunicación, como PRISA, con una amplia presencia en ALC ha trasladado a Europa los argumentos que torpedean los procesos de cambio en el cono sur.

Es importante reseñar que mientras la diplomacia europea establece Acuerdos de Asociación encubiertos de retórica social, las políticas adoptadas por sus países miembros apuntan a direcciones opuestas. Por ejemplo en relación al fenómeno de las migraciones, un tema especialmente importante para ALC.

La Europa Fortaleza, lejos de garantizar el derecho universal a las migraciones, se orienta a la selección de personas según su capacidad profesional. Para criminalizar a quienes no se benefician de esos flujos migratorios selectivos existen en Europa más de 250 Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), cárceles para inmigrantes que actualmente retienen a más de 30.000 personas en condiciones extremas. En países como Alemania o Irlanda son directamente centros penitenciarios quienes asumen esta función.

La Directiva del Retorno aprobada en 2008 amplía a 18 meses el tiempo de detención en los CIEs, posibilita la deportación de menores e incluso la deportación a terceros países.
Es así como la UE exporta e importa, pese a su retórica, políticas antisociales.

Tejiendo resistencias
La globalización neoliberal globalizó también las resistencias. Durante la última década, cada cumbre oficial se ha visto confrontada por contracumbres de los movimientos sociales. La UE, como agente globalizador, no se ha librado de ellas.

Recordemos las movilizaciones en el Estado español durante la última presidencia española de la UE en 2002. Sevilla, Madrid o Barcelona, entre otras ciudades, acogieron multitudinarias protestas contra la UE del Capital y la Guerra. Aquellas movilizaciones fueron un gran impulso para el movimiento anticapitalista.

Ahora 9 años más tarde, el Estado español ha vuelto a asumir la presidencia europea. La situación política es muy distinta, sin embargo más de 100 organizaciones sociales y políticas de todo el Estado se han lanzado a construir una respuesta desde abajo a la cumbre oficial.

La campaña que organiza las protestas contra la cumbre de Madrid entre UE y ALC tiene mucho potencial, pero también algunas debilidades.

Entre el 14 y 18 de Mayo la IV Cumbre de los Pueblos – Enlazando Alternativas organizará varias actividades paralelas a la cumbre oficial entre las que destacan:

Tribunal Permanente de los Pueblos: Desde 2006, este tribunal no gubernamental ha expuesto las violaciones a los derechos humanos y ambientales perpetrados por más de 25 empresas transnacionales con base en la UE. En esta ocasión, el TPP se centrará también en las instituciones, políticas y actores de la UE que incrementan el poder e impunidad de las mismas.

Cumbre de los Pueblos: Paralelamente a las reuniones ministeriales de la UE y ALC, los movimientos sociales y organizaciones políticas que componen la red birregional Enlazando Alternativas y la campaña Contra la Europa del Capital y la Guerra han organizado un gran foro de debate. Cerca de un centenar de talleres y mesas redondas expondrán sus alternativas al capitalismo.

Para concluir una gran manifestación final recorrerá las calles de Madrid para mostrar el rechazo al proyecto capitalista y neoliberal de la UE.

La Cumbre de los Pueblos puede ser un escenario magnífico para desarrollar la unidad desde abajo de las luchas sociales y la convergencia de distintos sectores sociales opuestos al neoliberalismo. El trabajo conjunto de organizaciones y movimientos sociales es más necesario que nunca ahora que la crisis global desemboca en nuevos ataques como el Pacto de Estabilidad y Crecimiento aprobado recientemente.

Como hemos visto en las calles de Atenas o Tessalonika la respuesta al neoliberalismo únicamente puede surgir con la unidad y la movilización desde abajo.

Sin embargo sería necesario que la Cumbre de los Pueblos también apostara por actos de confrontación a la cumbre oficial. Bloquear las reuniones ministeriales e impedir que la UE pueda avanzar en sus negociaciones para extender sus acuerdos comerciales. La semana de acciones convocada por Rompamos el Silencio debería servir para recuperar ese espíritu combativo que tanto necesitamos para romper con la lógica neoliberal de la Europa del capital.

Artículo publicado en La Hiedra

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