MELANCÓLICA
Estaba quedándome dormida y de prontó sentí que el poco fuego que ardía dentro de mí subía lentamente por mi espalda haciéndome estremecer, ¡qué frio!
Tenía la chimenéa encendída, hacía un rato que había echado aquél tronquito que ardía alegremente, pero el fuego que sentía en mi interior no tenía ninguna relación con la chimenea, estaba a la espectativa, algo iba a suceder....
Pero estaba cortada, no podía hacer lo que realmente deseaba. no estaba sola. Empecé a pensar, miles de ideas acudían a mi mente en una sucesión infinita de disparates.Qué bonita es la Soledad deseada, esperada, como una atractiva mujer madura que no duda en expresar con las huellas impresas en su rostro, tantas y tantas vivencias, maravillosas unas y no tanto otras pero todas igual de fantásticas.
Se siente satisfecha de la vida que le ha tocado en suerte vivir, nada especial que destacar y al mismo tiempo todo a destacar. Sus maravillosos hijos, su nieto, esto compensa con creces cualquier laguna que pueda quedar en su mente siempre alerte. Es imposible en ciertos momentos estar al cien por cien, tu mente va por un lado y tu corazón por otro que casi siempre es diferente. ¿Por qué no puedo ser yo misma? ¿por qué fingir indiferencia cuando en realidad no te es indiferente nada?
Parece que hoy es uno de esos días en los que te da por pensar, pensar... No puedo negar que desde la muerte de Vicente he ido cambiando, me encantaba reir a carcajadas por cualquier cosa, hace tiempo que no rio a carcajadas, parece como si al irse Vicente, se fue también media parte de mí, y lo peor de todo es que la mitad que se quedó es la más fea, la seria, la que no rie casi nunca, y es que me falta mi mitad, me falta Vicente, me faltan más de treinta años irreales pero existentes, maravillosamente existentes.
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