Blogia
El Saloncito de Ross

CENTENARO (o casi) AL VOLANTE

CENTENARO (o casi) AL VOLANTE

Fuente: Noticias  elmundo.es

 


José Eloy Riestra

El secreto, dice él, está en la leche. Dos litros de leche al día, «con nata y todo». Eso sí, hay que beberla «de la teta de la vaca». Esa es la EPO que permite a José Eloy Riestra levantarse de golpe y ponerse a hacer flexiones al grito de «¡pero mira!». El mismo doping natural que le permite, a sus 98 años, seguir conduciendo.

«¡Y todavía me queda un año de carné!», amenaza. En Oviedo tienen a Fernando Alonso. En Boquerizo, una preciosa aldea a 15 kilómetros de Llanes, está Pepe.

Subirse al Ford Fiesta plateado de Pepe, que nació el 7 de febrero de 1911, es una experiencia cuanto menos curiosa. El hombre quema la primera y casi también la segunda marcha por las carreteras que serpentean por la sierra del Cuera, pero anda ágil como un veinteañero de manos y pies.

Disciplinado, no pasa de 50 km/h. El volante con una mano, el cambio con la otra. Ojo, incorporación. Pepe, como mandan los cánones: stop, mira y acelera.

No necesita ni gafas. Sólo se queja de que los ojos le lloran «un poco». Es entonces cuando vuelve a las flexiones y hay que pedirle que pare.

Atención: cuando Pepe sacó el carné de conducir, España estaba en la Segunda República y Hitler acababa de ganar las elecciones en Alemania. Era febrero de 1933. Cuenta que el examen de entonces fue de una sola maniobra: «El ingeniero me puso el coche en una cuesta. Me dijo: ‘¡Arranca y parriba!’. Luego me hizo frenar y arrancar otra vez en cuesta. Y hala, aprobao».

El último control para seguir conduciendo fue mucho más simple. «Ná, me hicieron un psicotécnico y ya está». De regalo, dice que le hizo al médico unas flexiones, «pa que viera, pa que viera».

Pepe tendrá 98 años, pero podría aparentar apenas 80. Aparte de los lamentos y del ensimismamiento propios de la avanzada edad, sólo un borrón en su historial medico: el hombre está como una tapia y se niega a ponerse el sonotone, para cierta desesperación de sus familiares. «Oye lo que quiere», musitan.

No sólo es que tenga carné hasta el próximo 5 de marzo, y serios «planes» de renovarlo. Es que Pepe coge el coche todos los días. Se va a Unquera, «a hacer algún recado», o al cercano pueblo de Colombres, «a tomar un café con leche y echar la quiniela

El café, leche de vaca aparte, es el único estimulante que se ha permitido en su vida. Pepe jura que ni ha probado el alcohol, «ni un cigarrillo, ni nada». Probablemente, el secreto de tan vital longevidad.

Pero hay más. Cuenta Pepe que corrió la Vuelta Ciclista a España en 1934, junto a los entonces célebres hermanos Trueba. «Lo que pasa es que me tuve que retirar en Sevilla». Fue ciclista profesional durante varios años –«Contador ganará otros dos Tours», profetiza–, pero una neblina oculta cuántos.

Lo mismo con la fecha de su boda: «Me casé en el 40, creo». «Qué va, papá, sería en el 35 o por ahí», le dicen sus hijas. La Guerra le pilló en el lado nacional, y le llevó a la fábrica de armas de Trubia, cerca de Oviedo. Luego el hombre volvió a su Boquerizo natal, y construyó su casa y su granja «con estas manos que ves».

Pasea orgulloso junto a sus 61 vacas, alguna de las cuales le observa fijamente, diríase que con cariño. Pepe, edad manda, oficia en Boquerizo y las aldeas de alrededor de juez de disputas sobre fincas y lindes. Él mismo inauguró hace dos años, con su Ford Fiesta, la carreterina de un kilómetro hasta Tresgrandas. Entonces, aunque se lo tenían terminantemente prohibido, de vez en cuando aún se daba un garbeo por la A-8, la autovía entre Asturias y Santander. Dice que «ya no»... Pero cualquiera le cree.

 

2 comentarios

rosscanaria -

Adax, gracia mi niño por comentar.
Me parec genial que tu abuelo esté muy bien, por cierto ayer lo felicité por su cumple y a tu hermana también.
Ya verás ue tu abuelo también tiene muchísima más actividad de lo que parece a simple vista.
Un beso, Ross

Addax -

¡Impresionante el señor! Entre los genes que acompañen y una buena calidad de vida, está re lindo vivir así de bien!!!

A mi abuelo le quedan el cuerpo y la mente con cierta actividad, pero de ninguna manera la vitalidad que describes en esta entrada. ¡Muy bueno!

¡Te mando unos besos nocturnos después del charco oceánico que separa las tierras! =)