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El Saloncito de Ross

La crisis impacta en la salud infantil

La crisis impacta en la salud infantil

Portada del informe "El impacto de la crisis en la infancia"





 Por: Fundació Roger Torné/CanalSolidario.org

(lo copio completo sin mis comentarios por su vital importancia)


Con la crisis, la pobreza tiene cara de niño. En España, uno de cada cuatro menores –un total de 2.200.000 niños y niñas- vive bajo el umbral de la pobreza, según el informe El impacto de la crisis en los niños, elaborado por Unicef.

 La cifra ha aumentado un 10% en los últimos dos años, el 13,7% viven en unidades familiares en situación de “pobreza elevada” y los niños y niñas son ya el grupo de edad más pobre de toda la población.

Más allá de las estadísticas, esta complicada situación económica tiene consecuencias directas en la calidad de vida de los niños y niñas, y también sobre su salud física y psicológica, actual y futura. Una muestra clara es la alimentación. Cuando baja la capacidad adquisitiva, las familias tienen que reducir los gastos, y eso conlleva que se deje de buscar la calidad y disminuya la compra de productos frescos, más caros. Según nos explica el doctor José Antonio Díaz Huertas, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social, “*no comer bien durante la niñez puede tener efectos para toda la vida*: desde retrasos en el crecimiento y la adquisición de habilidades hasta, en casos graves, afectación del desarrollo neurológico”. La disminución o desaparición de las becas de comedor agrava la situación, sobre todo en el caso de las familias con menos recursos. Tal y como lo expresa Gabriel González-Bueno, responsable de políticas de la infancia de Unicef España, “lo que para un adulto puede ser una mala racha, para un niño o una niña puede suponer problemas a muy largo plazo”.
Las dificultades económicas familiares limitan también el acceso a los tratamientos médicos no incluidos en el sistema público. Otro aspecto afectado por la crisis es la participación en las actividades extraescolares, colonias de verano y otras alternativas de ocio, que contribuyen al desarrollo social e intelectual infantil. “Se están limitando las posibilidades educativas, físicas y psicológicas de los de los niños y niñas”, dice González-Bueno. Los efectos psicológicos se derivan también del estrés que pueden percibir del adulto y del hecho de sentirse diferentes o “menos” que el resto de niños y niñas. Según González-Bueno, “eso se verá cada vez más con los recortes y la reducción de todas las becas, como las de comedor o libros de texto: el niño que se siente señalado por no poder pagar el comedor o tener material nuevo se ve diferente al resto y puede que se aleje de los compañeros”.
Todo eso, señala el doctor Díaz Huertas, no es nuevo –niños y niñas en situación de pobreza, desgraciadamente, ha habido siempre-, pero lo que sí ha cambiado es la cantidad de familias en las que ambos progenitores están en paro, el aumento de las situaciones más graves y el incremento de las diferencias sociales. Eso comporta también una limitación de las expectativas de futuro de los niños y sus familias, que pueden ver, por ejemplo, como la enseñanza superior queda fuera de sus posibilidades o considerar que no es a lo que deben aspirar. Para minimizar estos efectos sería necesario que el sistema educativo fuese realmente gratuito –ahora lo es la enseñanza pública obligatoria, pero no el material escolar, etc.- y que promoviese de forma efectiva la igualdad de oportunidades para evitar cualquier tipo de discriminación, nos explica González-Bueno.
La tendencia, sin embargo, parece ser precisamente la contraria. Además de los recortes directos en enseñanza, cuyas consecuencias todavía no se pueden evaluar, “lo más preocupante es la falta de sensibilidad hacia los problemas de la infancia”, en palabras de Díaz Huertos. Y nos señala unos cuantos ejemplos: se recortan las ayudas a las familias por nacimiento, aumentan los precios de las guarderías y en la Comunidad de Madrid ha desaparecido la figura del defensor del menor. Estos recortes y la eliminación de recursos para la infancia y las familias hacen patente que la protección de la infancia “no es ahora mismo un tema prioritario”.
El informe de Unicef es todavía más claro: “en el ámbito de las decisiones políticas se han instalado la sensación de que las ayudas a la infancia son altamente prescindibles en tiempos de crisis”. Y las consecuencias de este impacto serán importantes, tanto en cada individuo, como de manera colectiva. “Es urgente e importante, y las consecuencias pueden ser intergeneracionales. Los beneficios de proteger a la infancia no sólo son para los niños y niñas, lo son para todos, porque son ellos quienes hacen y harán sostenible el desarrollo cultural, económico y social”. Hay otro hecho que no debemos olvidar:* “Proteger a los niños y niñas de los efectos de la crisis es justo y ético, ellos no son responsables y tienen menos capacidad de defender sus derechos”*. Incluido el derecho a crecer sanos.


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