DEJAR DE SER NIÑA PARA SER MADRE
La foto es de Michael Bisceglie, Save the Children
Por: Natalia Quiroga/Save the Children
La noticia ha ocupado los titulares de los medios de comunicación esta semana. Una niña de 10 años daba a luz a un bebé en Jerez de la Frontera, un hecho que ha despertado el estupor y el debate entre la opinión pública. ¿Deja una niña de ser niña para convertirse en madre?
Cuando las niñas se convierten en madres sin estar preparadas para ello desde el punto de vista físico y emocional, las consecuencias son, la mayor parte de las veces, trágicas: muchas niñas mueren durante el parto, un número aún mayor de sus hijos recién nacidos mueren y aquellas madres jóvenes y sus hijos que logran sobrevivir a menudo tienen que enfrentarse a malas condiciones sanitarias, un nivel de educación limitado y la pobreza más absoluta. Por otro lado están las consecuencias emocionales y sociales ya que, de manera prematura, estas niñas tienen que responder a las necesidades y cuidados de otro menor de edad.
En todo el mundo, uno de cada 10 partos es protagonizado por una madre que aún es niña. Aunque África es el continente en el que se localiza el mayor riesgo de una maternidad prematura (con Níger a la cabeza del ranking) el mundo desarrollado no se queda al margen del problema.
Entre los países industrializados, Estados Unidos cuenta, con diferencia, con la mayor tasa de maternidad entre adolescentes. Aunque la tasa de nacimientos de hijos de madres adolescentes ha disminuido en Estados Unidos durante la última década, sigue siendo significativamente más alta que en cualquier otro país industrializado, alcanzando un porcentaje dos veces y medio mayor que en el Reino Unido, 10 veces mayor que en los Países Bajos o Japón y superando 17 veces la tasa de nacimientos de la República de Corea.
En España, los datos del Instituto Nacional de Estadística indican que en el año 2008 178 niñas menores de 15 años se convirtieron en madres. Entre el año 2000 y el 2008 (el último para el que existen datos actualizados), un total de 1.290 niñas menores de 14 años dieron a luz en nuestro país.
¿Puede considerarse delito?
En España, la legislación establece los 13 años como la edad legar para que el consentimiento de mantener una relación sexual tenga validez. En Rumanía (país del que procede la niña) el límite se eleva a los 15 años. Aunque los familiares de la niña han manifestado que la relación con el padre del bebé era consentida (lo que ya supone una negligencia), la situación podría considerarse como abuso, aunque la niña y la familia no lo perciban de este modo. La particularidad que presenta este caso es que, supuestamente, la persona con la que la niña mantuvo relaciones sexuales también podría ser menor de edad.
Quedan muchos puntos por aclarar en el suceso y, por eso, nuestra compañera Liliana Orjuela, del departamento de incidencia política, insiste en que los servicios sociales deben efectuar un estricto seguimiento, tanto de la familia, como de la menor y el recién nacido, para promover la protección real y efectiva que corresponde a su edad y desarrollo. Según han apuntado, tanto Fiscalía, Junta de Andalucía y Ayuntamiento están investigando la situación de la menor y su familia, que no constan en los registros municipales ni han realizado nunca, según el Ayuntamiento, una demanda de asistencia.
“No se le puede quitar a la familia la custodia de la niña y del bebé sin más”, apuntó Orjuela, pero está claro que “necesitan protección y el máximo apoyo”. Aunque la familia asegura que la pareja ya mantenía una relación estable en su país y que allí no es algo tan cuestionable, en opinión de Orjuela “ni el entorno ni la cultura pueden ser una justificación de lo ocurrido, pues por encima de las tradiciones está la Convención de Derechos del Niño, que tanto España como Rumanía han ratificado”.
Dejar de ser niña para ser madre. Causas y consecuencias, o viceversa.
Un bajo nivel educativo puede ser tanto la causa como una consecuencia de la maternidad entre adolescentes. Niñas que no van a la escuela se convierten con mayor probabilidad en madres a una edad peligrosamente temprana. Al mismo tiempo, aquellas niñas que sí van a la escuela pero contraen matrimonio siendo muy jóvenes o se quedan embarazadas, suelen abandonar la escuela.
Pero por encima de cualquier otra consideración, se encuentran las consecuencias que una maternidad precoz pueden tener sobre la salud de la madre y del niño. Los hijos e hijas de niñas adolescentes afrontan un riesgo un 50 % mayor de morir antes de cumplir el primer año de vida que los hijos de madres de más de 20 años. Por otro lado, cuando el cuerpo de una mujer joven no ha alcanzado aún la madurez física suficiente para dar a luz sin problemas, a menudo se producen contracciones obstruidas, que pueden producir daños dolorosos. Los hijos de madres adolescentes tienen mayor probabilidad de ser prematuros y de nacer con bajo peso.
Otra de las más graves consecuencias de una maternidad prematura es la que tiene que ver con los problemas económicos a los que se enfrentaran la madre y el bebé y el riesgo inminente a reproducir el círculo de la pobreza. Las mujeres más pobres tienen mayor probabilidad de tener hijos siendo muy jóvenes, y aquellas mujeres que tienen hijos a una edad muy temprana son más proclives a vivir en condiciones de pobreza. Para los niños, las consecuencias de la pobreza son muy graves y profundas en lo que se refiere a su nutrición, salud y acceso a la educación. Esos niños, cuando crezcan, serán pobres con mayor probabilidad y, más proclives a perpetuar el círculo de madres adolescentes.
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