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El Saloncito de Ross

FMI, Banco Mundial: ¿Son las instituciones financieras internacionales agentes de desarrollo?

FMI, Banco Mundial: ¿Son las instituciones financieras internacionales agentes de desarrollo?

Por: María Jesús Rodrigo Jaureguizar/Codopa.org/CanalSolidario.org




El Fondo Monetario Internacional (FMI) y El Banco Mundial (BM) son las instituciones financieras internacionales más importantes del planeta, pero ¿cuáles son las razones que llevaron a crearlas y qué papel han desempeñado desde ese momento?



El FMI y el Banco Mundial fueron creadas en el año 1944 y tienen entre sus propósitos como instituciones fomentar el crecimiento sostenible, mejorar los niveles de vida, reducir la pobreza, ayudar a la gente a ayudarse a sí misma y al medio ambiente que la rodea, suministrando recursos, entregando conocimientos, creando capacidad y forjando asociaciones en los sectores público y privado.

En cambio, durante más de sesenta años, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, junto a los bancos regionales de desarrollo y agencias de crédito para las exportaciones aliados, han utilizado el capital financiero internacional para ejercer el control y reestructurar las sociedades del Sur a fin de servir a los intereses de las corporaciones privadas globales y a la agenda económica y geopolítica de las pocas naciones poderosas que controlan estas instituciones. Los efectos resultantes sobre las vidas de los pueblos, sobre las comunidades, sobre el medioambiente y sobre las estructuras tanto económicas como políticas en el Sur han sido profundos.

Estas consecuencias inhumanas y destructivas de la dominación de la deuda, en la perpetuación de las cuales las instituciones financieras internacionales juegan un rol fundamental, son la evidencia contra las declaraciones escandalosamente engañosas de estas instituciones de que están trabajando para la ‘reducción de la pobreza’ y el ‘financiamiento del desarrollo’.

Lo más sangrante de esta situación es que un quinto de la deuda de todos los países en desarrollo se debe a préstamos otorgados a Mobutu, Marcos, Suharto y otros dictadores muy conocidos. La fortuna personal de Mobutu se estimó en $10 billones y dejó al país con una deuda de $13 billones.

El 1 de julio de 2010 el FMI y el BM anunciaron a bombo y platillo la condonación de la deuda de la República Democrática del Congo, después de haber tenido que adoptar un paquete neoliberal bastante cargado: reducción del presupuesto para programas sociales (salud y educación) y libre apertura a las transnacionales. La pregunta que deberíamos hacernos entonces es ¿Quién debe a quién?.

Las políticas macroeconómicas que han impuesto las Instituciones Financieras Internacionales durante los últimos 25 años (incluyendo la austeridad fiscal, altas tasas de interés, liberalización comercial unilateral y la privatización de servicios esenciales) han llevado a índices inferiores de crecimiento y menores progresos en los indicadores sociales que los de las dos décadas entre 1960 y 1980.

Es necesario que se auditen las deudas de todos los países con el fin de anular aquellos créditos que se hayan dado de forma ilegal. Es necesario evitar que se repita la misma situación de siempre y los gobiernos del norte exijan a los países deudores la aplicación de tal o cual política a través de unas recetas económicas que van en un mismo sentido: abrir más las economías del sur a las inversiones del norte y las exportaciones y reducir el peso de los poderes públicos del Estado en la economía de esos países. Es decir, privatizar todas las empresas estratégicas pero también todos los servicios públicos.

Otra política impuesta por el FMI ha sido la liberalización creciente de los flujos de capital a nivel internacional. Una liberalización que está en la base del capitalismo financiero en el que vivimos. En estos últimos años estamos siendo conscientes de los tremendos impactos sociales y ambientales de este capitalismo de casino.
Es sorprendente que después del descalabro financiero que las políticas neoliberales, promulgadas entre otros por el FMI y el BM, se conviertan ahora en la receta para que los países europeos puedan calmar los mercados.
Efectivamente, la receta para Grecia o España comparte muchas similitudes a aquellas dictadas a numerosos países de América Latina, Asia, África o Europa del Este a lo largo de las últimas décadas por el FMI y el Banco Mundial, y que conocemos también como Consenso de Washington. The Economist lo definía a finales de los 90 de este modo: “Sus pacientes se extienden por todo el mundo, de Venezuela en Vietnam. Los doctores se encuentran un ante la otra a la 19th Street de Washington y, juntos, dispensan su medicina. Sus remedios, envasados al Consenso de Washington, incluyen duras políticas fiscales y monetarias, más libertad para el comercio y el capital, y privatización”

John Lipsky, el número dos del FMI y ex alto cargo de la banca JP Morgan, previno a los países desarrollados de que deben preparar a la opinión pública para las próximas medidas de austeridad, como la disminución de los subsidios por enfermedad y de la jubilación. Si los pueblos no se oponen tenaz e inmediatamente a las exigencias del FMI y de los gobiernos del Norte al servicio de los mercados financieros, tendrán lugar unas regresiones sociales de gran alcance que es urgente impedir.

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