Viaje a Palestina, viaje al centro de la miseria humana
La foto es de Ana Orantos
Por: orantos
¿Quién no ha oído hablar del conflicto Israel-Palestina? Seguro que todos, alguna vez, hemos discutido sobre este tema. Las 21 mujeres que fuimos en representación de la ONG Pau Ara i Sempre, también. Lo que no imaginamos nunca es lo que íbamos a encontrar…
El 24 de julio de 2010, 21 mujeres involucradas en cuestiones contra la violencia de género, en representación de la ONG Pau Ara i Sempre y Hèlia, salimos para Tel-Aviv con la esperanza de cooperar con otras asociaciones y aportar nuestro minúsculo granito de arena en pro de un mundo más solidario y pacífico.
Nuestra primera visita fue al Mehwar Center creado en 2007 para combatir la violencia machista y defender a las mujeres con el objetivo de que recuperen sus derechos y su dignidad. Allí nos encontramos la primera realidad de frente: El 95% de los niños y niñas que viven en la Franja de Gaza y el 68% de los niños en Cisjordania han sufrido violencia directa o indirecta y, por ello, padecen consecuencias psicológicas varias.
Nuestra segunda visita fue a un campo de refugiados de Ramallah. Allí, donde nos acogieron con los brazos abiertos y nos ofrecieron refrescos y sonrisas…, allí pudimos descubrir que los refugiados palestinos constituyen un tercio de la población refugiada del mundo y que se calcula que, en la actualidad, hay alrededor de cinco millones de refugiados palestinos. Sí, no me he equivocado: cinco millones de refugiados palestinos.
Según iban avanzando los días nuestro desánimo era mayor, los checkpoints, el muro, militares por doquier… en alguna ocasión nos tocó presenciar un capítulo espeluznante cuando a un palestino, de unos 17 años, se le ocurrió echar a correr para darle a un amigo el pasaporte… el sonido al cargar las metralletas, los gritos de pánico de los soldados de su misma edad… hubiera bastado una décima de segundo para convertirse en un cifra más. Más de ocho mil menores muertos desde que empezara la ocupación israelí, en 1947.
Un día nos llamaron para contarnos que 1500 policías israelíes estaban destrozando los hogares de varias familias de beduínos que habitaban en el desierto del Negev. Fuimos allí y la imagen fue desoladora: se habían demolido alrededor de cuarenta viviendas que formaban el poblado, donde vivían mas de 300 personas, 200 de ellas niños, y no sólo destruyeron las viviendas sino también los huertos frutales y las plantaciones de olivos. Cuando llegamos no quedaba nada, sólo una excavadora y las lágrimas de las mujeres…
Y eso que todavía no habíamos llegado a Hebrón, porque todo lo demás se quedaba en una anécdota al llegar allí... Hebrón reconocida en el mundo entero por el carácter acogedor de sus habitantes palestinos se encuentra sitiada por unos 600 colonos israelíes que se han instalado en sus propias casas con el apoyo y compañía de unos 3000 soldados que velan por su “seguridad”. Y allí los tienes, en la parte de arriba del casco histórico, escupiendo, maldiciendo y maltratando a los palestinos que se han quedado “debajo”, ellos que han tenido que poner redes de alambre para no ser heridos, ahora se encuentran enjaulados…
Y la política de los sionistas está funcionando, esto es un exterminio, una barbaridad en pleno siglo XXI; Y no tiene que ver con la religión, nada más lejos, el grupo de “las mujeres de negro” lo atestigua. Mujeres judías que se reúnen pacíficamente en la Plaza París en Jerusalem, cada viernes, a las 12 de la mañana, desde hace 22 años…
Los que hemos tenido la fortuna de no haber nacido en la época del holocausto, la tragedia más vergonzosa para el ser humano, tenemos que presenciar la injusticia que se está cometiendo con Palestina y soportar con amargura como la comunidad internacional se cruza de brazos…
Podría seguir escribiendo horas sobre lo que vi pero por hoy es suficiente. Voy a dedicar el resto del día a pensar qué podemos hacer los que no tenemos poder, para que este horror acabe, para que haya justicia. Se me ocurre fomentar el turismo, que millones de personas del mundo entero bloqueen los checkpoints, que gasten todo su dinero en productos palestinos, que quieran invertir en centros culturales, deportivos, humanitarios… se me ocurre que ocupemos Israel con amor y buenas intenciones. Sólo se me ocurre eso.
Foto: en el desierto del Negev, el 28 de julio de 2010.
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